miércoles, 25 de junio de 2008
Debajo de la almohadauna mano, mi mano, que se agranda, se agranda inexorablemente, para emerger, de pronto,en la más alta noche, abandonar la cama, traspasar las paredes, mezclarse con las sombras, distenderse en las calles y recubrir los techos de las casas sonámbulas.A través de mis párpados yo contemplo sus dedos, apacibles, tranquilos, de ciclópeas falanges; los millares de ríoszigzague antes, resecos, que recorren la palma desierta de esa mano, desmesurada, enorme, adherida al insomnio, a mi brazo, a mi cuerpo diminuto, perdido en medio de las sábanas; sin explicarme cómo esa mano es mi mano, ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.
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